Revista PODIUM, enero-abril 2018; 13(2): 182-188

 

Las profundidades socio-psicológicas del deporte

The socio-psychological depths of sport

Ania Teresa Cordero González1, Juan Antonio Martinez de Osaba2

1Licenciada en Cultura Física, Máster en Actividad Fisca Comunitaria. Profesora Auxiliar, Departamento de Ciencias aplicadas. Profesora de Psicología. Universidad de Pinar del Río «Hermanos Saíz Montes de Oca», Facultad de Cultura Física «Nancy Uranga Romagoza». Correo electrónico: aniat.cordero@upr.edu.cu
2Profesor Consultante. Universidad de Pinar del Río «Hermanos Saíz Montes de Oca», Facultad de Cultura Física «Nancy Uranga Romagoza».
Correo electrónico: osaba14@pinarte.cult.cu

 

Las palabras que presiden este artículo sirven para múltiples interpretaciones. Si las hubiera pronunciado alguien de paso por la intelectualidad, un trasnochado académico o un amante ferviente del depor­te, como los hay, que ubican este fenómeno en el pináculo del acontecer humano, no le prestaría­mos mucha atención.

Dada la procedencia de la afirmación y el respeto que merece la obra prolija y controvertida de don José Ortega y Gasset, destacado filósofo y ensayista español, creador, entre otras cosas, de la Filosofía de la razón vital, estudiado y leído en medio mundo en varios idiomas, se dedica tiempo y espacio al razonamiento. En infinidad de textos consultados, obras autoriza­das de diferentes ideologías, lenguas y confines, se ha encontrado una definición como la de Ortega. Ciertamente, el filósofo español puso al deporte en la cima del mundo.

Es interesante analizarlo desde una óptica actual, cuando el deporte es el más grande fenómeno de masas, con miles de millones de seguidores en sus diferentes disciplinas y competencias, desde un torneo de fútbol brasileño, hasta la Serie Nacional del Béisbol Cubano, los Juegos de las Olimpia­das, la máxima expresión del mundo deportivo, la Copa Mundial de Fútbol, o el Clásico Mundial de Béisbol, donde se unen los practicantes, los espectadores y quienes lo utilizan con fines de lucro.

Casualmente, el año en que nace Ortega (l883), muere Carlos Marx, el genial pensador, quien, junto a Federico Engels, situó el trabajo en el centro de los orígenes del hombre como ser social, no al deporte.

«El trabajo es una actividad racional, encaminada a producir bienes materiales…» Instituto Cubano del Libro, según Carlos Marx (1973). Acto seguido, Marx se refiere a otros tipos especiales de trabajo, como el de los artistas, que merecen una atención especial, pues aunque también producen bienes de consumo, como los cuadros de los pintores y los libros de los escritores, se caracterizan, esencialmente, por elevar la felicidad de la población y nutrir su mundo espiritual. Quizás ese también sea el marco adecuado para atender con un mínimo de detalles a los deportistas que, evidentemente, constituyen un grupo especial de trabajadores en el deporte-oficio del profesionalismo, o el deporte-afición. En la actualidad, se observa toda una conjunción espiritual-material en la esfera deportiva. Según las funciones que desarrolle, el deporte acomodará su acción, tal es su repercusión.

Hasta hoy no ha sido superada la obra de Federico Engels, Papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, donde supo deslindar los aspectos controversiales sobre los orígenes de la conciencia y la sociedad como elementos concomitantes en los albores humanos. Engels le dio gran importancia a la actividad física para la demostración de su teoría.

Es aquí, en esta contraposición entre Ortega y Engels con relación al trabajo y el deporte:

   «El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía Política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, que le provee de los materiales que él convierte en riqueza».

Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre…» Editorial Progreso, según Engels (1974) ¿Se puede considerar a la actividad física como un deporte? ¿Dónde radica la esencia del planteamiento de Ortega? ¿Qué papel juega el mundo lúdico? Si se partiera de que toda actividad física es deporte, terminaría este análisis y se comulgaría con Ortega. Pero estamos en el campo de quienes se ha dedicado a separar tales definiciones y se trata diferenciadamente los términos actividad física, esfuerzo físico, educación física, preparación física, entrenamiento deportivo y deporte. Este último, producto de la evolu­ción histórico-social, con su base en los demás elementos enunciados.

La actividad física, inherente mediante el movimiento mecáni­co, físico, químico, biológico y social a todo germen animal, es un elemento aglutinador, básico de donde parten las demás manifestaciones. El hombre primitivo realizaba las actividades físicas con el propósito de mantener la subsistencia de manera natural, sin planificación, por cuanto el instinto conservador de la especie estaba por encima de otra acción cualquiera. Se defendía, cazaba, recolectaba y otros hechos afines; trabajaba, en el sentido más amplio de la palabra. Era una actividad física con carácter racional en embrión, pero decisiva para la vida. Comenzaba a apropiarse de la Naturaleza, no solo a adaptarse, como los demás animales. Martínez de Osaba y Goenaga, J. A y Louis, J. J. (2000)

A nuestro juicio, Ortega sobredimensiona el papel del deporte sobre la cultura, según explica en el siguiente concepto: «Conjunto de valores materiales y espirituales (físicos e intelectuales), creados o apropiados por la humanidad, que se transmiten mediante el conocimiento, de generación en generación, y conforman la idiosincrasia de una zona geográfica y del hombre; se proyecta a través de la educación, la instrucción y el comportamiento social. Es un fenómeno histórico que se desarrolla en dependencia del cambio de las formaciones económico- sociales.

En ese amplio concepto se asume que cultura es todo lo material y espiri­tual creado por el hombre, donde se incluye lo que tiene planificado hacer. Un proyecto en la mente de Oscar Niemeyer, sin llevarse a la práctica, es cultura en espera del proceso y el acto de creación material. Sucede en el deporte o en cualquier otro campo cultural. El deporte y la educación física enriquecen el acervo cultural de los pueblos. Este otro concepto dice:

   «Cultivo en general, específicamente de las facultades humanas: cultura física, moral, estética, intelectual. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos, grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época o grupo social, etcétera. Cultura de masas, la que pertenece a un gran número de personas, lograda por los medios sociales de comunicación, cultura popular, conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo. El término cultura engloba, además, modos de vida, ceremonias, artes, invenciones, tecnologías, sistemas de valores, derechos fundamentales del ser humano, tradiciones y creencias. A través de la cultura se expresa el hombre, toma conciencia de sí mismo, cuestiona sus realizaciones, busca nuevos significados y crea obras que le trascienden.» Martínez de Osaba y Goenaga, J.

A y Cruz Blanco M (2007) algunas bibliografías especializadas hablan de la cultura como un desarrollo intelectual, artístico, como la acción de cultivar las ciencias, las letras y otras manifestaciones, donde se incluye el concepto moderno de cultura física, que es abarcador en su esencia. Pero en el planteamiento de Ortega y Gasset (1972):

   «Bien sé que a la hora presente me hallo solo entre mis contemporáneos, para afirmar que la forma superior de la existencia humana es el deporte. Algún día trataré de explicar por qué he llegado a esta convicción, mostrando cómo la marcha de la sociedad, junto con los nuevos descubrimientos de las cien­cias, obligan a una reforma radical de las ideas en este punto, y anuncian un viraje de la historia hacia un sentido deportivo y festival de la vida.»

La segunda parte del párrafo da la posibilidad de com­prenderlo mejor, pues sin duda se encontró ante una encrucijada, una vez dichas las primeras pala­bras de exaltación al deporte. hubiera gustado ver al filósofo en el siglo XXI, donde el mundo atlético se abraza al espectáculo, lo que demuestra ese «viraje deportivo» y «festival de la vida». La frase analizada necesita un término más abarcador para llegar a la idea de Ortega. Bien pudiera ser el de cultura física, donde se insertan las manifestaciones aludidas:

   «Concepto moderno, caracterizado por un amplio espectro. La cultura física tiene carácter integrador, pues resume diferentes manifes­taciones de la educación física y los deportes. En este último caso, el deporte de alto rendimiento tiene sus propias especifi­cidades. Está estrechamente rela­cionada con el desarrollo armónico, mediante ejercicios sistemá­ticos y adecuados, del cuerpo del hombre. Su influencia va más allá de lo físico, aporta mucho al desarrollo intelectual en las diferentes periodizaciones del desarrollo, desde edades tempranas, hasta la vejez. Con relación al concepto de cultura física hay diferentes criterios, algunos la circuns­criben más a la gimnasia o educación física como tal, y otros -nos incluimos- la hacen tan abarcadora, que incluyen la práctica de los diferentes deportes.»

Bárbara Paz Sánchez incorpora algunos componentes que conforman la cultura física, con un amplio espectro espiritual: La cultura física comprende todas las formas de la espiritualidad de los grupos humanos en relación con las prácticas físicas, resultado de su actividad. Esto es:

· las construcciones mentales acerca de lo físico, desde lo estrictamente objetivo, natural: relación espacio-tiempo, ubicuidad, corporeidad, sustancia, cuerpo, esencia-existencia, alma-cuerpo, etc., que conforman las diferentes concepciones del mundo, haceres e imaginarios sociales de los diferentes grupos humanos.

· las tendencias de los comportamientos documentados, formalizados o no por las prácticas físicas: costumbres, hábitos, gestualidad, ceremonias, ritos, juegos, bailes populares, etc.

· la vida cotidiana y sus experiencias culturales en la educación y cuidado del cuerpo: las concepciones de la alimentación, la sexualidad, la higiene, la relación salud-enfermedad, la comprensión de la vida y la muerte, criterios y prácticas de la vida cotidiana de los grupos humanos que comúnmente no son reconocidos en el ámbito.

· los comportamientos tradicionales de género, desviados y transgresores respecto del «lenguaje del cuerpo», en la estructura social.

· el cuerpo como medio de conocimiento de la realidad: semiótica, comunicación, lingüística.

· las concepciones estéticas, éticas, acerca de lo físico y sus producciones artísticas y normativas.

· las demandas de los diversos grupos sociales en la educación del cuerpo y sus reflejos en los modelos de enseñanza - aprendizaje.

· las tendencias del pensamiento científico en torno a lo físico.

· el proceso de formación de las instituciones que organizan las actividades físicas y la cultura de estas organizaciones)

· Aparece abarcador el concepto de cultura física, donde se integran una serie de factores determinantes para el estudio de este fenómeno. Así lo ve la misma autora:

   «Es de interés señalar que la cultura física, como instrumento del que se vale el pensamiento para operar teóricamente, capta un nexo, una relación entre los ideales construidos socialmente respecto de lo físico y sus prácticas, tiene como núcleo esencial a un tipo específico de actividad, la actividad física. Por lo que se asume que la categoría cultura física tiene un nivel de generalidad mayor que el de la categoría actividad física. De ser preciso, añadimos que la actividad física constituye la esencia, el fundamento esencial de la cultura física.»

El deporte es otra cosa. El hombre primitivo, en sus orígenes, no podía hacerlo. Hacía cultura, comenzaba a fomentar las bases para una civilización que jamás pudo imaginar. Incluso, si hubiera dispuesto del necesario tiempo libre para desarrollar alguna actividad lúdica, no le bastaba para expresar lo abarcador del concepto surgido en la Baja Edad Media con las lenguas modernas, hace alrededor de mil años: La palabra deporte es término del castellano del siglo XV, que significa diversión y pasatiempo agradable, y que fue recuperado en el siglo XIX para traducirlo a la voz inglesa sport. Pero la actividad deportiva es mucho más antigua. Todos los pueblos del mundo la han conocido, desde épocas remotas, en las que el deporte se vinculaba la mayoría de las veces con la religión.

En la actualidad es un fenómeno social multilateral, que representa el factor más activo de la cultura física, una de las formas fundamentales de la preparación del hombre para la actividad laboral y de otro género socialmente indispensable, a la par de los medios más importantes de la educación ética y estética; la satisfacción de las demandas espirituales de la sociedad, y a la consolidación y ampliación de los vínculos internacionales. El deporte, durante su desarrollo histórico, ocupó y ocupa destacado lugar, tanto en la cultura física, como en la espiritual de la sociedad. Actividades físicas que el ser humano realiza con intención lúdica o competitiva.

Los deportes de competición, que se realizan bajo el respeto de códigos y reglamentos establecidos, implican la superación de un elemento, ya sea humano (el deportista o equipo rival) o físico (la distancia, el tiempo, obstáculos naturales). Considerado en la antigüedad como actividad lúdica que redundaba en mejor salud, el deporte generalizó la profesionalización, oficialmente, durante el siglo XX…» Martínez de Osaba y Goenaga, J. A y Cruz Blanco (2007).

La cultura es hija del trabajo, no del deporte. El hombre trabajando se ejercitaba y el centro de ese trabajo era la actividad intelectual, aunque a menudo lo hiciera «jugando», un aspecto inheren­te al sano y verdadero deporte, ubicado en un estadio supe­rior del desarrollo humano, que implica la competencia, el reglamento y el carácter lúdico, con su voluntariedad. En sus orígenes, el hombre hacía actividad física, eso es cierto, pero el deporte no es solo una actividad física, es, sobre todo, una actividad pensada. El trabajo es tal, en tanto es pensado. El elemento catalizador e imprescindible del trabajo, entendido como cultura, no es la actividad física, no lo fue antes y no lo es ahora con la Revolución Científico Técnica. Es el pensamiento, el conocimiento, como fuente de acumulación de trabajo pretérito.

Para estar en presencia del deporte, elemen­talmente pueden manifestarse estas alternativas, pero es esencial disponer de las condiciones enumeradas. Con diferentes matices, en su base están el juego, las reglas y la competencia. De no ser así, los gladiadores romanos, que eran llevados por la fuerza al anfiteatro para despedazarse entre ellos y con las fieras, al llamado del emperador y demás «fanáticos» para perdonarles o no la vida, hacían deportes. Nadie puede endilgarle tal concepto a una actividad donde competían sujetos a reglas deshumanizadas. Faltaba en esos combates el carácter lúdico.

El siguiente concepto de deporte: «Forma de actividad física que se practica originalmente- en el tiempo libre; constituye una expresión del desarrollo económico, cultural e histórico de la sociedad, donde se expresan las cualidades físicas del hombre, necesarias para el desarrollo de la personalidad. Constituye un reto físico con manifestaciones artísticas de la expresión corporal, que mide el desarrollo físico e intelectual del hombre y contribuye a su libertad. En su sentido estrecho necesita estar reglamentado, ser competitivo y tener carácter lúdico, donde se expresen formas de solidaridad, recreación y entretenimiento. Este fenómeno social multilateral, representa uno de los factores más activos de la cultura física, es parte social de la cultura de los pueblos, por medio del cual se desarrollan hábitos, habilidades, capacidades y destrezas, en la preparación del hombre para la actividad laboral y de defensa.» Martínez de Osaba y Goenaga, J. A y Cruz Blanco M (2007)

Veintisiete años después del planteamiento inicial, el propio Ortega y Gasset, destaca: «el vocablo deporte tiene su nacimiento en el compor­tamiento de los marineros de Provenza, antigua provincia del sureste de Francia, que descansaban en el puerto, al término de una travesía, o en espera de otra. La palabra deporte ha entrado en la lengua común, procedente de la lengua gremial de los marineros mediterráneos, que, a la vida trabajosa en el mar, oponían la estancia placentera en el puerto. `Deporte' es `estar de portu'. Pero la vida de puerto no es solo el marino plantado en el muelle, con las manos en los bolsillos del pantalón y la pipa entre los dientes, que mira obeso al horizonte, como si esperase que en la líquida línea fuesen de pronto a brotar islas. Hay, ante todo, los coloquios interminables en las tabernas portuarias, entre navegantes de los pueblos más diversos. En ellas se transmitían y chocaban culturas dispares y distantes. Hay, además, los juegos deportivos de fuerza y destreza. En la cultura trovadoresca de Provenza, aparece ya recibida la palabra y con frecuencia en esta pareja: deports e solatz, donde, al revés que ahora, deport es más bien, el juego de conversación y poesía, mientras solatz representa los ejerci­cios corporales: caza, cañas, justas, anillos y danzas» Ortega y Gasset (2005)

Más que profundizar en los orígenes de la palabra deporte, o de dicho concepto, se observa cómo Ortega, casi tres décadas después, contradice un tanto su expresión sobre el deporte como base de la cultura y no del trabajo. Ahora comienza hablando de la transmisión de cultura y de juegos deportivos. Precisamente, al referirse a los juegos deportivos, lo hace con un concepto abarca­dor, perfectamente aceptable y aceptado. Es por eso que la anteposición deporte-cultura la continuamos considerando excesiva, sin desconocer que, poniéndolos en tiempo y espacio, quizás le sobraban razones para tal valoración. Hoy, tal vez lo haría con más fuerza.

Es un problema conceptual, no semántico. El deporte no admite errores o tergiversaciones cuando se estudia en su marco estrecho, relacionado con la competencia, o el amplio, en razón de la práctica del mismo con fines eminentemente físicos e higiénicos. Lleno de propiedades, funciones, disfunciones, insuficiencias, virtudes y defectos, desde sus orígenes, ese deporte sobredimensionado por Ortega y Gasset, reúne tantas capacidades sociales que solo el infinito le sirve de marco para las generaliza­ciones, por eso no deben extrañarnos estas disquisicio­nes torturantes.

Si un español notable lo sobreestimó, otro no menos trascendente, como el poeta Antonio Machado, planteó en su Juan de Mairena:

«Para crear hábitos salu­dables, que nos acompañen toda la vida, no hay peor camino que el de la gimnasia y los deportes...» Machado A. (2016) ¡Las cosas que hay que ver, oír y leer en este mundo! Pero, ¿qué sería del mundo sin estas cosas?

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Engels, F. (1974). El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. Moscú: Progreso.

Machado, A. (2016). Juan de Mairena (01a edición). Alianza. Recuperado a partir de https://www.alianzaeditorial.es/libro.php?id=3909284%26id_col=100521

Martínez de Osaba y Goenaga, J. A., & Cruz Blanco, M. (2007). Pequeña Enciclopedia Cubana de la Cultura Física. La Habana: Científico Técnica.

Martínez de Osaba y Goenaga, J. A., & Louis, J. J. (2000). Estudio de la relación existente entre deporte y arte, como partes integrantes de la cultura. Facultad de Cultura Física, Pinar del Río, Cuba.

Marx, C. (1973). El Capital. La Habana: Ciencias Sociales.

Ortega y Gasset, J. (1972). El Quijote en la escuela. En Obras completas de José ortega y Gasset (p. tomo 2). España: Taurus. Recuperado a partir de http://www.museo-etnografico.com/pdf/puntodefuga/180110ortega.pdf

Ortega y Gasset. (2005). Prólogo a veinte años de caza mayor del Conde de Yebes. España. Recuperado a partir de https://www.iberlibro.com/servlet/BookDetailsPL?bi=22580350030&tab=1&searchurl=sortby%3D13%26tn%3DVeinte%2Ba%25F1os%2Bde%2Bcaza%2Bmayor%26ds%3D30&cm
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